Veníamos bien aspectados con la telemedicina, una modalidad que ya estaba en desarrollo antes de la pandemia y que seguramente habrá sido usada en parte de su potencial. Se entiende por telemedicina la aplicación de la telemática a la labor médica, el uso masivo de las tecnologías de la información y la comunicación al servicio del diagnóstico y tratamiento de pacientes a la distancia.
Instituciones como el IPS, el propio ministerio de Salud Pública y prestadores privados ya estaban trabajando esta prometedora área. Una de las plataformas más avanzadas ofrece servicios de consulta remota en una veintena de especialidades, entre ellas medicina familiar, traumatología, ortopedia y asistencia psicológica. Los médicos ya se están anotando para integrar estas comunidades profesionales capaces de salvar distancias y aplicar métodos de examen, diagnóstico y tratamiento en un cúmulo de afecciones.
Naturalmente, es un instrumento que tiene sus limitaciones, según se vayan viendo los perfiles de cada caso en particular. Pero ayudan a despejar la demanda de atención, en especial las de primera vez, para ir clasificando casos y, eventualmente, ir derivándolos a consulta presencial.