La razón por la que solemos ser reacios a la adopción de subsidios es porque no vemos un verdadero compromiso con la aplicación de un análisis previo exhaustivo sobre su necesidad, viabilidad, sostenibilidad y, sobre todo, su control de aplicación. Nunca nos opondremos a este instrumento cuando su urgencia e imprescindibilidad sean evidentes. Pero sí nos hallarán en la vereda de enfrente cuando percibamos la chapucería y la trampa en iniciativas sin fundamentos sólidos. Desgraciadamente, la realidad ha venido a confirmar esto último.
Editorial
Cuando el subsidio huele a fraude
Lo solemos advertir en este espacio: ojo con “argentinizarnos” y acostumbrar a la gente a vivir del Estado sin contraprestación alguna.